EDITORIAL
News Divine
Eran las 6 de la tarde del 20 de junio de 2008 cuando un operativo policiaco, concertado previamente, llegó a las puertas de la discoteca News Divine, en la delegación Gustavo A. Madero de la Ciudad de México. El objetivo era irrumpir en un evento que se llevaba a cabo, con el argumento de que en ese lugar se les vendían bebidas alcohólicas y drogas a menores de edad.
Haber enviado una vigilancia discreta que diera fe de esas supuestas conductas ilegales, haber proporcionado supervisores a la entrada para corroborar la edad de los clientes o haber implementado una inspección de Protección Civil de rutina hubiera sido suficiente. Pero no, el método tercermundista de hacer las cosas imperó y 12 muchachos perdieron la vida.
Las víctimas no pertenecían a una clase acomodada; y el antro en cuestión no era uno de moda al que acudían regularmente colegiales de las escuelas privadas más caras de la ciudad. Por eso, la policía del gobierno de izquierda y progresista de Ebrard se ensañó con ellos.
Los gritos de justicia, como en los manoseados casos de Tlatlaya, de Iguala y hasta del 68, no se escucharon nunca; excepto por aquellos desgarradores relatos de los padres de familia que nunca más vieron a sus hijos volver a casa. Para ellos no hubo nada, ni marchas, ni plantones, ni giras mundiales para exigir responsabilidad del “Estado”.
Al final, prácticamente nadie pagó por estos hechos. El Jefe de Gobierno se lavó las manos de la misma manera en que lo hizo cuando en la administración anterior fue jefe de la Policía, excusándose de toda responsabilidad por la horrorosa muerte que sufrieron dos agentes, quemados vivos, a manos de una turba delincuencial.
A lo más que llegó el caso fue a destituir al siempre encandilado con los reflectores Joel Ortega. Una ficha de sacrificio que tuvo sueños de grandeza, pero que evidenció que ante una tragedia de esa envergadura, la respuesta fue meramente política y alejada totalmente de la empatía y del compromiso social.
Desafortunadamente a partir de entonces las cosas no han cambiado mucho en términos de la seguridad que prevalece en los centros nocturnos donde nuestros hijos departen frecuentemente. Las armas de fuego entran y salen con la normalidad de un sombrero, las puertas de emergencia usualmente están bloqueadas, la gente fuma cual si estuviera en los años 90; y la próxima tragedia está macabramente a la espera de su mejor momento.
Sin embargo, en una ciudad en donde los “progres” han gobernado sin reparar en que los jóvenes no tienen muchas oportunidades de esparcimiento sano, les salió barato el costo político de 12 vidas.
Los derechos de los muertos se devaluaron frente a los derechos que alegaron los que fueron responsables por su violenta partida. Ebrard incluso tuvo la osadía de pretender ser presidente de este país; mientras que una legión de ciegos sigue pensando que ellos nos gobernaron bien. El 68 no se les olvida, pero a aquellos que hace menos de 10 años salieron impunes del News Divine, a ellos los ven como la esperanza de México.